Oscar H. Travaglino
La
personalidad intelectual de mi maestro Julio Meinvielle no necesita ser
presentada al lector de esta hoja. Su obra no sólo es conocida en nuestro país
sino que, además, trascendiente el ámbito del pensamiento hispanoamericano
contemporáneo y sus límites geográficos, ha suscitado el interés de la
inteligencia europea. Así –para ejemplificar lo afirmado– debe mencionarse que
su De Lamennais a Maritain, traducido
al francés por Hervé Le Lay, fue editado en París, en el año 1956, por el
equipo de La Cité Catholique y que la Enciclopedia
Filosófica, publicada en Italia por el Centro
di Studio Filosofici di Gallarate (Venezia-Roma, Istituto per la collaborazione
culturale, 1957/58), le ha dedicado un artículo en el que se observa que “Il
principale contributo filosófico del M. e in campo político, e nei fondamenti
metafisici della dottrina politica.” (Tomo III, art. Meinvielle, Julio, págs. 478
s.).
Si bien es
cierto que su prestigio viene de muchos años atrás –tal vez desde cuando en la
revista Criterio hiciera una aguda
crítica a la teoría política de Leopoldo Lugones– sin embargo es preciso
considerar que sus actuales conferencias y publicaciones sobre el marxismo han
contribuido a incrementarlo entre los estudiosos, y sus trabajos son hoy
seguidos aún por el lector no especializado en cuestiones filosóficas al cual
preocupa, no obstante, la crisis y el destino de nuestro ser nacional y de la
cultura de Occidente.
A sus estudios
de teoría política y económica y a sus obras sobre la filosofía social-política
de Jacques Maritain y el problema teológico del ser histórico del judío,
Meinvielle agrega ahora un libro que constituye serio aporte a la
historiografía marxista: El poder destructivo de la dialéctica comunista.
(Buenos Aires, Theoria, Biblioteca de Ensayistas Contemporáneos, 1962).
En este libro
el autor se ha propuesto “determinar en qué consiste la esencia del comunismo
inventado por Marx en el siglo pasado” y coloca en “la dialéctica el corazón
mismo del consumismo, pero no en la dialéctica pura, operando el vacío, sino en
la dialéctica penetrando en las dimensiones constitutivas del hombre”. A su
vez, para Meinvielle, esta penetración antropológica de la dialéctica
antropológica de la dialéctica revolucionaria obliga, si se quiere lograr una
visión totalizadora del comunismo, a “mantener en adecuado equilibrio, tres
ideas fundamentales: la de la dialéctica, la de alienaciones y la de trabajo
como constitutivo del equilibrio en trabajos, por otros motivos excelentes, que
han precedido al suyo. En efecto, mientras Jean Ivez Calvez (La pensé de Karl Marx, París, ed. du
Seuil, 1956) destaca con prolijo rigor el examen de las alienaciones no hace lo
mismo con la dialéctica. Por otra parte, Jean Ousset (El Marxismo Leninismo, Buenos Aires, La Ciudad Católica, 1961) y
Mac Fadden (La filosofía del comunismo,
Valladolid, Cever-Cuesta, 1961) puntualizan la importancia de la dialéctica
pero aminoran la relevancia de las alienaciones, Meinvielle, por su parte, ha
conseguido un equilibrio cabal entre estas tres categorías “que recíprocamente
se solicitan y complementan en la esencia del comunismo”.
En base a esta
perspectiva totalizadora del marxismo como teoría y praxis revolucionaria el
autor desarrolla críticamente el estudio de la dialéctica (Capítulos I-III),
las alienaciones (económica, social, política, filosófica y religiosa) y la
alienación fundamental del trabajo (Capítulo IV-V y VII) y la economía
dialéctica de Marx (Cap. VI).
Es necesario
ponderar como Meinvielle subraya que la potencia destructora de la dialéctica
radica en el hecho de que asume una regresión hacia la nada, originada por el
olvido de la noción metafísica del ser como un todo unívoco en el que se
identifica su plenitud con la nada absoluta. Un análisis aparte merecería la exégesis
que realiza (págs. 147 ss.), del clásico texto aristotélico de la Ethica Nicomachea (112b, 21-1134a, 16) –
sobre el valor de uso y el valor de cambio de las cosas – en la que demuestra
los equívocos de la exégesis marxista y reivindica la efectuada por Tomás de
Aquino (In X Libros Ethicorum Expositio).
El carácter de este periódico no me permite una detenida exposición de la
exégesis de Meinvielle y de todo su libro; dejo empero consignada su
importancia.
Asimismo
tienen especial significación en sus estudios sobre el marxismo, las
conferencias que viene pronunciando sobre la guerra revolucionaria en nuestro
país. En ellas se hace de manifiesto en forma decisiva el poder destructivo de
la dialéctica comunista. Esta otra faz del oficio intelectual de Meinvielle que
emerge desde nuestra concreta circunstancia argentina, se postula como un
testimonio intelectual comprometido o –si se prefiere el vocablo que Américo
Castro propuso para llevar al castellano el sentido del engagement francés– una inteligencia arriesgada y, en el caso de
Meinvielle, hechos recientes verifican que tal calificación no es metafórica.
Segunda República, 27 de marzo de 1963, Año III, Nº 47, 4.