En este 2 de
agosto se cumplen 48 años de la muerte del p. Julio Meinvielle. Como escribió
con tanta precisión Sergio F. Tacchella, presentando el libro “Los Scouts de
Meinvielle”, su persona fue una “figura multifacética”: “Es el Sacerdote devoto
de la Virgen que se pasea por las calles barrosas de Versailles rezando el
rosario o leyendo el Breviario; es el que se hace tiempo para enseñar el
catecismo o dicta clases de boxeo, es el teólogo que se hace didacta para que
las homilías se entiendan a pesar de la Misa en latín, es el filósofo que
escribe libros polémicos, el publicista que edita sus propios y cambiantes
semanarios, es el economista y el hombre de la cultura, es el austero párroco
que visita a los pobres luego de las inundaciones del arroyo Maldonado, el que
le consigue puestos a los jóvenes, y les infunde las esperanzas de un país
mejor, que se logrará cuando haya ciudadanos mejores.”[1]
Hoy nos
limitaremos a presentarlo como el fundador del scoutismo católico en Argentina,
tanto del grupo nº 1 como de la USCA (Unión Scouts Católicos Argentinos). Y lo
queremos hacer porque, como dice González Arbás, “el futuro del movimiento
scout en la Argentina, como lo concibieron Meinvielle y tantos otros, está hoy
en entredicho”.[2] Parte de
la traición viene de ignorar la historia pues, al querer ignorar las propias
raíces, se quiere edificar en una línea completamente diversa.
Querer eliminar
la figura del Padre Julio no solo se intentó en el scoutismo. De hecho, nadie
habla del “máximo teólogo de la Cristiandad en lo que va del siglo XX”, en
palabras del mártir Carlos Sacheri.[3]
Aquel sacerdote que mientras disputaba con Maritain y era uno de los mentores
del antiguo y glorioso seminario de Paraná, se dedicó de tal modo a cuidar al
rebaño encomendado que llegó a ser, en palabras del p. Castellani, “el Párroco
del País”.[4]
Parte de su
gran apostolado en toda la patria lo hizo gracias a la fundación de los scouts
católicos. Recordemos unas breves líneas de su tarea al frente del scoutismo,
siguiendo el citado libro de González Arbás.
“El padre Julio
era un hombre de acción pero, ante todo, era reflexivo. Comprendió enseguida
que necesitaba una organización diferente. Debía apegarse al método descrito
por Baden Powell cuanto le fuera posible, para poder organizar con eficiencia a
un número creciente de muchachos. Más tarde escribiría: ‘durante ese año, este cuerpo de exploradores se ha organizado de una
forma más o menos similar a las compañías de boy scouts o exploradores
conocidas en nuestro país, en la creencia ingenua de que no había otra forma de
practicar scoutismo verdaderamente eficiente. Pero el poco resultado educativo
logrado, ha obligado a sus dirigentes a estudiar en las fuentes auténticas del
movimiento, la naturaleza del scoutismo tal como lo plasmó su fundador, el
general inglés Sir Robert Baden Powell.’
Insatisfecho
con los resultados, Meinvielle cambió en forma radical los métodos y el nombre
de la creciente agrupación para marzo de 1934. El mismo anotó: ‘esto ha movido a abandonar radicalmente el
tipo adulterado de scoutismo que se practica entre nosotros y a adoptar el tipo
auténtico, que tan maravillosamente expone el Padre Jesuita Jacques Sevin,
secretario de la oficina internacional de los scouts católicos, en su libro: Le Scoutisme’. El padre Sevin era
uno de los tres fundadores de los Scouts de Francia, obra a la que se había
dedicado desde 1913 después de una entrevista con el general Baden Powell.
Editado en 1922, su libro sirvió de base para el floreciente movimiento de
scouts católicos en Francia y en otros países.
El padre Julio
se había hecho con una copia de ese libro, en francés, idioma que dominaba a la
perfección, y de su lectura extrajo el modelo en el que basaría su agrupación y
años más tarde, todo el movimiento de los scouts católicos en la Argentina. El
nuevo nombre de la agrupación fue Scouts Católicos de Baden Powell y así lo
justificó Meinvielle: ‘es tan firme el
propósito de implantar lisa y llanamente el scoutismo de Baden Powell que hasta
su nombre se ha adoptado para la tropa de scouts que se funda en la Parroquia, imitando
en esto a los admirables scouts católicos belgas que se titulan Baden Powell
Belgian Boy Scouts’.
Así fue que los
exploradores se convirtieron en scouts. Pero no se trataba de un simple cambio
de nombre. Entre las modificaciones introducidas por el padre Julio se
encontraba la esencia misma del método scout: el sistema de patrullas. Ocho
muchachos se agrupaban para formar una patrulla, con uno de ellos como jefe. Y
cuatro patrullas formaban una tropa, tal como lo prescribía Baden Powell. Las
patrullas no eran solo de carácter organizativo, en ellas cada scout tenía
responsabilidades específicas, recibía entrenamiento y se convertía en una
parte vital de esa pequeña comunidad que compartía la carpa en campamento, la
comida, las victorias y derrotas en las competencias con las demás patrullas.
Cada una tenía su propio estilo, personalidad, costumbres e historia. Con el
paso de las décadas, los scouts de la primera hora olvidarían muchos detalles
de la agrupación, pero jamás a qué patrulla pertenecían. Los miembros de las
patrullas tenían entre once y dieciocho años.
Esa
organización era justo lo que el padre Julio necesitaba.”[5]
“Para ser
miembros de una patrulla, los muchachos debían esmerarse al máximo en el
cumplimiento de sus deberes religiosos y en el aprendizaje de técnicas propias
de los scouts. El padre Julio sabía con obsesivo detalle quiénes asistían al
servicio dominical y quiénes no. […] Para los scouts, la inasistencia a la Misa
era una falta grave. Pasado cierto tiempo, los aspirantes destacados formulaban
su promesa y recibían el uniforme completo. Lo que prometían era vivir de
acuerdo a los valores del movimiento que estaban resumidos en los diez
artículos de la Ley Scout que Meinvielle había traducido, con las libertades
necesarias, del libro de Jacques Sevin. Esta es la Ley Scout que escribió el
padre Julio y que cada scout sabía de memoria:
1. El scout es digno de toda confianza.
2. El scout es leal a su país, a sus padres,
a sus jefes y a sus subordinados.
3. El scout se ha educado para servir a sus
semejantes, sin esperar recompensas ni alabanzas. Debe esforzarse por hacer una
Buena Acción cada día.
4. El scout es amigo de todos y hermano de
los demás scouts.
5. El scout es cortés y caballeroso.
6. El scout ve en la naturaleza la obra de
Dios y por eso ama a los animales y las plantas.
7. El scout obedece sin réplica y nada hace
a medias.
8. El scout es dueño de sí mismo, sonríe y
canta en las dificultades.
9. El scout es económico y cuida de los
bienes de los demás como cosa propia.
10. El scout es puro en sus pensamientos y
palabras y en el uso de todos sus sentidos.
Los primeros en
formular su promesa fueron los integrantes de la patrulla Vicuñas con Beltrán
Hernández a la cabeza, seguidos de las demás patrullas. Esa singular ceremonia,
que se repetiría miles de veces con el paso de los años, tuvo lugar el 30 de
mayo de 1934. Algunos detalles se han perdido en la noche de los tiempos, pero
la esencia es la misma de hoy. Los scouts, formados frente a la bandera
repitieron de a uno, con voz firme, las palabras de un juramento sagrado que
los ataría de por vida al código de valores del movimiento scout. La fórmula de
la promesa había sido redactada por Meinvielle para esa ceremonia, sin
sospechar que sería recitada incontables veces a lo largo del país por miles y
miles de muchachos en los años porvenir. El texto era simple y se escuchó por
primera vez en la humilde capilla de chapa de Versailles frente a los padres y
al resto de la tropa.
Por mi honor y con la Gracia de Dios
prometo: Cumplir mis deberes para con Dios, con la Iglesia y con la Patria;
ayudar a mi prójimo en toda circunstancia, y observar la Ley Scout.”[6]
“El más
significativo de los atributos del uniforme de los scouts católicos lo
constituyó, sin duda, el cordón de pureza. Meinvielle lo agregó como un
símbolo, a partir de mayo de 1934, que identificaba a los scouts que habían
formulado su promesa. […]. No importa a qué asociación pertenezcan, los scouts
de Meinvielle se distinguen del resto con facilidad, son los que todavía lucen,
desafiantes y orgullosos, el cordón de pureza.”[7]
“Después de una
larga jornada de trabajo, se tendió en el suelo, sobre el vellón de oveja que
le servía de cama. Sobre su cabeza, un rústico entrepiso de madera lo separaba
del cuarto de proyección del cine que él mismo había levantado. Pasaban ya de
las doce y los ruidos de Versailles se habían apagado por completo aquella
cálida noche de otoño. A las cinco de la mañana, como todos los días, se despertaría para orar. Le
quedaban pocas horas de descanso. En la callada oscuridad, repasó una vez más
lo que ocupaba su mente desde hacía meses. El trabajo a realizar era tal que lo
hacía sentir pequeño. Pero estaba decidido. Con la ayuda de Dios, al día
siguiente fundaría una nueva asociación para los jóvenes. Antes de ser vencido
por el sueño, un último pensamiento lo hizo sonreír. Le gustaba mucho ese
nombre. La llamaría Unión Scouts Católicos Argentinos.
Desde hacía
años, el Padre Julio, que participaba frecuentemente en la Acción Católica
Argentina y que había impulsado la creación de ese movimiento en La Salud,
había comenzado un activo proselitismo a favor de los scouts, convencido de que
eran una herramienta útil en la tarea de la evangelización. Por fin, los
miembros de Acción Católica lo invitaron a dar una charla en su sede de
Riobamba 981. Meinvielle ya había preparado el escenario que daría nacimiento a
los scouts católicos. Sus más asiduos colaboradores, entre los que estaban
destacados sacerdotes, se encontraban presentes ese día.
Su encendido discurso,
con la pasión que lo caracterizaba al hablar, estimuló la imaginación del
auditorio y causó gran impacto entre los presentes. En resumen, el Padre Julio
convocó a practicar el scoutismo como una verdadera forma de acción católica.
Era el 7 de abril de 1937, la fecha que la Unión Scouts Católicos Argentinos
reconocería como la de su fundación. Con el paso de las décadas, la USCA
desarrollaría una mitología fundacional más compleja y agregaría al nombre de
Meinvielle los de Armando Fischer, Ernesto Padilla y Alfonso Rafaelli como
fundadores. Cierto es que los tres fueron importantísimos dirigentes de la
asociación y aportaron, como muchos otros, años de trabajo desinteresado que
fue la sangre vital de USCA. Pero no menos cierto es que la idea de la USCA
nació de un impulso solitario del padre Julio.
Los primeros y
difíciles meses de USCA, sólo hubo tres agrupaciones scouts, Cardenal Ferrari,
fundada por Alfonso Rafaelli y San Gabriel Arcángel, cuyo jefe era Norberto
Wysiecky, ambas en Gerli, y La Salud en Capital. Para junio, vio la luz la
primera publicación oficial que tendría la asociación durante muchos años y que
ha sido una fuente insustituible para esta historia. El número uno de la
revista Vida Scout tenía ocho páginas y estaba dirigida por el incansable
Armando Fischer. Ese primer número, antológico, publica la Ley Scout que
prometerían generaciones a lo largo del país y que estaba basada en la que
redactara el Padre Julio en 1934. También aparecería el tradicional texto de la
promesa de USCA, que era el mismo de los Scouts Católicos de Baden Powell, y el
dibujo de la clásica flor de lis, que le serviría de emblema. De hecho, el
manual del aspirante publicado en 1935 por la agrupación de La Salud decía: ‘La insignia de los Scouts Católicos de Baden
Powell es la flor de lis con la cruz en el medio. Se ha adoptado la flor de
lis, que se usaba para indicar el norte en los antiguos mapas, para recordarle
al scout que debe vivir siempre orientado para poder a su vez, por el ejemplo
de su vida, servir de orientación a los demás.’
Para octubre se
realiza en la sede de la Acción Católica Argentina la primera reunión de
estudios destinada a maestros scouts y ayudantes, precisamente para facilitar a
las agrupaciones una copia del reglamento que utilizaba La Salud y comenzar a
aunar criterios que, dos años después, darían a la asociación el primer
reglamento general. Sin duda, es el más temprano antecedente de lo que después
sería el Centro de Maestroscouts, el órgano de USCA responsable del
adiestramiento de dirigentes.”[8]
“Cada año, la cristiandad
festeja la Eucaristía el jueves siguiente al octavo domingo de Pascua. Esa
antigua celebración fue instituida por el Papa Urbano IV en 1264. En la
Argentina, ha tomado la forma de un multitudinario oficio religioso. En 1938
esa concentración tuvo lugar en la Plaza de Mayo. Meinvielle entendió que esa
era una ocasión propicia para presentar a la organización de los scouts
católicos. Con el visto bueno de Monseñor Copello y con la participación de los
principales dirigentes de USCA, los scouts de las ocho agrupaciones que tenía
la asociación en ese momento, abrieron orgullosos la marcha, portando sus
banderas y arrancando aplausos de la multitud a su paso. Era el jueves 16 de mayo.
La presentación pública del naciente scoutismo católico fue un éxito que llenó
de satisfacción a Meinvielle y a la vez sirvió como una herramienta
publicitaria que contribuiría a expandir el movimiento.”[9]
“El incansable
Meinvielle comprendió enseguida los alcances que podía tener el movimiento.
Pero estaba claro a principios de 1938 que se necesitaba una organización más
eficaz, con roles diferenciados. Hasta ese momento, la Comisión Técnica era el
único órgano de la USCA, encargada tanto del gobierno de la asociación, como
del adiestramiento de los dirigentes o bien de la búsqueda de recursos. La
división de tareas permitió un acelerado crecimiento que se sustentaría en el
tiempo.
A principios de
abril, USCA comenzó a dictar un curso teórico práctico para maestros scouts y
ayudantes, en un primer intento por unificar conocimientos y pulir el método.
La secretaría
de USCA comenzó a funcionar todos los días hábiles en la parroquia San Nicolás
de Bari, como fruto de la amistad que había surgido con esa agrupación durante
el campamento de verano. Por la mañana atendía el propio Padre Julio, de lunes
a viernes de 10 a 12 hs.
Por la tarde,
estaba Alfredo Della Savia. Los sábados por la mañana, el ingeniero Fischer
evacuaba las consultas. Este cambio fue solo uno de los muchos que tuvieron
lugar ese año, buscando darle a la creciente asociación una vida orgánica más
eficiente. En octubre, por ejemplo, se trasladas las reuniones para maestros
scouts y ayudantes desde la sede de la Acción Católica Argentina a Maipú 820,
una dependencia de Cardenal Ferrari. De ese modo, el Centro de Maestroscouts
comenzó a tener vuelo propio e influyó en forma notable en el intercambio de
experiencias y en el espíritu de camaradería que, por entonces, había entre los
dirigentes de diferentes agrupaciones.
En junio, poco
más de un año después de la fundación, la Primera Junta Ejecutiva de la USCA
fue nombrada por el Cardenal Copello. Pero había sido Meinvielle quien había
escogido los nombres que le darían forma a su proyecto. Los diarios de la
época, La Prensa, La Nación y La Razón recogieron el acontecimiento. El padre
Julio buscó a algunos notables de su época para que le dieran entidad a la
nueva asociación. Había entre ellos cuatro respetados hombres de armas, cuatro
importantes sacerdotes y el resto eran personas de influencia y posición. Con el
tiempo la junta se iría formando con aquellos que trabajaban a favor del
movimiento scout. Pero en aquella primera nómina, Meinvielle buscó darle fuerza
a una asociación que apenas había nacido. […]
1938 había sido
un año extraordinario en varios aspectos. En primer lugar, la USCA creció a un
ritmo frenético y se fundaron muchas agrupaciones, entre ellas, algunas se
convertirían en importantes referentes del movimiento. En muchos casos, los
primeros maestros scouts de La Salud contribuyeron notablemente al éxito de los
nuevos emprendimientos. El 20 de marzo, a poco de haber vuelto de campamento,
las Tropas Scouts junto con el Padre Julio asistieron a una ceremonia de
promesas en la agrupación Santísimo Sacramento. En varias ocasiones, durante
ese año, los scouts de La Salud asistirían con satisfacción a las promesas
fundacionales de nuevas agrupaciones. En noviembre, por ejemplo, al mando del
ayudante Fernando Casucci, La Salud llegó a la localidad de Guillermo Enrique Hudson,
cerca de La Plata, para participar de las primeras promesas de la agrupación
Santa María, que llevaría el número 15 en el registro de USCA.
La pujanza de
ese año, que se repetiría muchas veces en el futuro, asombró incluso a sus
fundadores. Habían comenzado el año con sólo cinco agrupaciones.”[10]
“Torneo Anual 1943: Como era costumbre,
la competencia tuvo lugar en la Rural y fue el cierre de una semana de variadas
actividades. Antes de que comenzaran las pruebas, Meinvielle pronunció unas
palabras en las que explica el nombre y los fundamentos de la asociación.”[11]
Por la
importancia que tiene este discurso, del 17 de octubre de ese año, lo colocamos
íntegro a continuación:
«Queridos scouts católicos:
Con este torneo de agrupaciones que tendrá
lugar inmediatamente cierra la Unión Scout Católicos Argentinos su V Semana
Scout dedicada al Eminentísimo Cardenal Primado en sus bodas de plata
episcopales.
En un gesto altamente generoso S.E. ha
donado los dos premios principales que se disputan hoy y que nos obligan a
aclamarlo con el cariñoso nombre de cardenal de los scouts. Al amparo de su
sagrada púrpura sobre este incipiente movimiento de nuestra patria, nuestro
Eminentísimo Cardenal continua la tradición de la jerarquía eclesiástica que ya
por los romanos pontífices Benedicto XV, Pío XI y Pío XII gloriosamente
reinante, ya por otros príncipes y prelados de la Iglesia, ha bendecido este
movimiento.
Me vais a permitir que aproveche la presente
ocasión para reafirmar los principios que determinan nuestro movimiento y que
están suficientemente encerrados en nuestro nombre de scouts católicos
argentinos.
Nos llamamos scouts y aunque pueda parecer
inapropiado este vocablo inglés, lo adoptamos por que ha adquirido categoría
universal para dar nombre al magnifico movimiento fundado por Baden Powell. Es
verdad que la palabra castellana explorador traduce gramaticalmente dicho
concepto, pero en nuestro medio se ha usado para caracterizar movimientos, muy
respetables sin duda, pero extraños al auténtico scoutismo de Baden Powell,
propagando universalmente. Quizás fuera solución emplear como en algunos países
de habla española el vocablo castellano scoutismo o esculta que viene del latín
y que significa explorador. Pero esta voluntad nuestra de adoptar íntegramente
el movimiento de Baden Powell con el sistema de patrullas, la ley Scout, la divisa
y especialidades nos obliga a definirnos en el nombre para evitar todo equívoco
y nada mejor entonces que adoptar el nombre inconfundible y universal de
scouts.
¿En qué consiste el scoutismo? Un ilustre
filosofo. Mons. Bruno Solages, rector del Instituto Católico de Tolosa, lo
define como una empresa para captar y educar las fuerzas del ensueño que brotan
en el niño. El scoutismo es un gran juego, pero para educar por el juego debió primero
realizar la educación del juego.
Y siguen las palabras de Mons. Solages:
He aquí por qué fue organizada la vida en
las matas, con su ley y su ideal. Fue en parte, tomando el ejemplo de lo que
hizo la Iglesia en la Edad media, cuando quiso refrenar el terrible juego de
guerra entre los hidalgos de esa época: en aquel entonces fue instituida la
caballería, movimiento que puede juzgarse antecesor del scoutismo. Este, en
cambio, se inició solo el día en que la vida de la patrulla recibió su ley y
los scouts surgieron con la promesa de observarla. Es la ley de la iniciativa y
la habilidad: El scout debe estar siempre listo para enfrentar a cada instante,
todas las dificultades que puedan surgir en la vida de patrulla. Pero sobre
todo es la ley del servir: los scouts se ayudan, se apuntalan, se sostienen
mutuamente en la vida emuladora del campamento, ya para armar carpas, ya para
buscar leña, ya para preparar la comida o para organizar un adecuado servicio
de vigilancia. El verdadero scout nunca se acuesta sin haber practicado por lo
menos una buena acción.
Todo el esfuerzo educativo del scoutismo
debe, pues, consistir en hacer de la ley de servir, la gran ley del juego, la
gran ley de la ciencia del bosque, la gran ley del honor, identificada a tal punto
con el scoutismo, que cualquier Scout, llegaría a avergonzarse si ostentara su
divisa sin practicar la ley. Por este lado el scoutismo tiende a emparentarse
con el espíritu de caballería.
He aquí la razón por la cual el scoutismo,
con toda facilidad, forma jefes aun cuando este no sea su objetivo principal.
Quien es leal, quien sabe salir de un apuro, quien está siempre listo para
servir, reúne las mejores condiciones para asumir responsabilidades, es la
persona preparada para el mando, ya que mandar significa ante todo servir. Y en
efecto el scoutismo se torna ante todo escuela de jefes debido a que muchos de
sus miembros, desde el más subalterno al más graduado ofrece continuas
ocasiones para ejercer autoridad. Tan es así, que a los jefes y subjefes de
patrulla incumbe siempre, a pesar de su poca edad, una gran parte de la
responsabilidad del educador.
El scoutismo es entonces un movimiento con
valor propio que quiere contribuir a la educación del muchacho utilizando y
disciplinando su vida de ensueño, de aventura, y su espíritu de barra en un
gran juego. El scoutismo no puede entonces substituirse por ejercicios
regimentados o no puede convertirse en un exhibicionismo de pequeños soldados:
porque aunque utilice recursos gimnásticos, militares o campistas, los armoniza
para un fin superior de educación, que complementa la obra educativa del hogar,
de la escuela y de la parroquia, para que el niño jugando adquiera el hábito de
estar listo para servir a Dios, a la Iglesia y a la Patria y de servir al
prójimo en toda circunstancia.
Esto es el scoutismo y por esto nosotros
somos y nos queremos llamar scouts. Pero scouts católicos. Por eso sostenemos
que el programa Scout no puede cumplirse sin deformaciones sino lo penetra íntima
y profundamente el espíritu sobrenatural de la Iglesia. De aquí que sostengamos
como condición necesaria de una agrupación Scout que tenga un padre capellán
que sea en ella como la garantía de la vida religiosa y moral, que el maestro
scout y sus ayudantes sean católicos prácticos, preferentemente socios de la
Acción Católica, con alma de apóstoles, que el jefe de patrulla posea sentido
de su misión de apóstol entre los scouts de su patrulla. En suma, que Jesucristo
nuestro Señor sea en verdad reconocido, amado y vivido como el Gran Jefe de los
scouts.
Repudiamos
entonces el scoutismo laico que se fundó hace treinta años para alejar del cumplimento
del precepto dominical a nuestros muchachos, y que ahora ante el fracaso
evidente del laicismo organiza Misas de campaña, bendiciones de bandera y busca
para ampararse el acercamiento de agrupaciones católicas. No. En nuestro país
católico, el scoutismo de nuestros muchachos católicos debe estar profundamente
penetrado por el espíritu sobrenatural de la Iglesia Católica. Si no fuera así
lo repudiamos con todas las fuerzas de nuestra alma.
Por fin, somos scouts católicos argentinos.
Es decir, que en este movimiento universal que es el scoutismo y que nosotros
queremos vivir como católicos, queremos también vivirlo como argentinos. Y en
esta palabra argentinos, no encerramos un concepto sentimental sino un
contenido profundamente identificado con el destino del país, que es una unidad
económica, cultural y espiritual, soberana, dueña de su propio destino,
entroncada en la tradición hispánica, y con vocación de singular grandeza entre
los pueblos hermanos de América.
Cada scout católico hace suyas en este
momento solemne de la patria las palabras del gran capitán del ejército de los
Andes: “Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos ha de faltar,
cuando se acaben los vestidos nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajen
nuestras mujeres, y sino andaremos desnudos como nuestros paisanos los indios.
Somos libres y lo demás no importa”.
Queridos scouts católicos argentinos: Vivid
en vuestras agrupaciones el ideal preconizado por la Unión Scouts Católicos
Argentinos. La Iglesia y la Patria necesitan varones esforzados, leales,
fuertes, veraces, puros, que por su espíritu de iniciativa, de trabajo, de
colaboración, sean jefes... Jefes que guíen a sus hermanos en la pista de la
vida presente, haciendo amable y hermosa la convivencia humana, cualquiera sea
la vocación de cada uno de los destinos de la Patria... Jefes que a través de
la vida presente con el ejemplo de una vida cristiana, hondamente vivida, con
la protección de Nuestra Señora de los Scouts, guíen a sus hermanos, en la
pista que conduce al campamento de Nuestro Gran Jefe, Cristo Jesús.
Julio R. Meinvielle»[12]
“Para
Meinvielle y para la agrupación, las fechas y los símbolos patrios tenían un
alto significado cívico y no pasaron nunca inadvertidos. A decir verdad, buena
parte de la formación que La Salud brindaba a través del método scout estaba
dirigida a resaltar los valores nacionales y el amor a la patria. Pero ese año
de 1944, que resultó particularmente pujante, fue celebrado el 25 de mayo con
un júbilo que no se veía en Versailles desde la inauguración del mástil en
1937. ‘Por la mañana se reunieron en la
plaza los alumnos de diez escuelas que escucharon Misa de campaña, habiéndose
izado previamente el pabellón nacional por dos scouts de nuestra agrupación’
dice la crónica del número 83 de la revista Vida Scout. Los festejos
continuaron por la tarde, cuando desde la sede de la agrupación ‘partimos al compás de los tambores y
clarines rumbo a la plaza donde realizamos una demostración técnica.’”[13]
“‘Terminada la demostración técnica vino la
jura de la bandera por los 155 scouts de nuestra agrupación.’ Esa era, sin
duda, otra de las tradiciones de la agrupación y una ocasión solemne para todos
sus miembros. Más que eso, era el centro mismo del acto con que se celebraba el
25 de mayo. ‘Finalizó el acto cuando al
toque de un clarinetazo de atención tocado en tal forma que dejó a todos
inmóviles (tocado por Juan Carlos Cuello), se deba orden de arriar la bandera.’”[14]
“Cuando llegó a
su fin 1944, la agrupación Nº 1, Nuestra Señora de la Salud se hallaba en el
pico más alto de toda su historia. Tanto por cantidad de miembros, cuanto por
la calidad de las prácticas, el empuje de sus integrantes y desde luego, los
resultados. […]
De sus filas
había surgido una legión de maestros scouts fundadores de nuevas agrupaciones […],
que comenzaban a irradiarse ya a todo el país.
Pero lo más
importante había sido el destacadísimo papel que la agrupación había jugado en
la fundación misma de la USCA, aportando a la asociación su uniforme, sus
métodos y sus símbolos, como queda perfectamente documentado por las
publicaciones de los Scouts Católicos de Baden Powell de 1935.
Había por
entonces más de cincuenta agrupaciones en USCA y muchas otras en los Boys
Scouts Argentinos. Cada una con su historia, sus logros y sus frustraciones.
Pero entre ellas, sin duda, La Salud ocupaba un lugar excepcional.
Versailles,
cuna del scoutismo católico argentino, fue testigo del celo de Meinvielle y de
esas generaciones de scouts que escribieron las primeras páginas de una
historia que no tiene fin.”[15]
Para concluir
la labor del padre Julio en el scoutismo de la USCA, no podemos dejar de
mencionar una anécdota que trae a colación el p. Buela: “Con malas artes,
cierta persona buscó y logró desplazarlo de la Asesoría Nacional de la Unión de
Scouts Católicos Argentinos. Los dejó hacer sin oponer resistencia. Años
después defendió con bríos a ese eclesiástico y le ayudó en alguna empresa
difícil. Perdonaba de verdad.”[16]
Con claridad
meridiana “el Padre Julio Meinvielle ha sido una gracia de Dios para la
Argentina, para la Cristiandad y para el mundo. A esa gracia se accede leyendo
y estudiando sus libros, lo cual es tarea imprescindible. Los mismos enemigos
lo señalan; así como otrora algunos ideólogos abominaban de los que se habían
formado leyendo a Chesterton y a Belloc, hoy día, otros ideólogos, enanos
intelectuales (a veces de cuerpos golosamente rechonchos) abominan de los que
se han formado leyendo –entre otros– a Meinvielle y a Castellani.”[17]
Toca a
nosotros, ahora, ser fieles a este legado, profundizando sus obras, estando
unidos a Jesucristo y a su única Iglesia y viviendo de acuerdo a la Fe que
profesamos.
[1] Sergio
F. Tacchella. (2001, junio). Palabras liminares en González Arbas, F. Los Scouts de Meinvielle. Historia de la
Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[2] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (p. 13).
Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[3] Sacheri,
C. (1974, marzo 7). Prólogo. En Meinvielle, J. (1974). El comunismo en la Revolución Anticristiana. 3º ed. (p. 9). Buenos
Aires: Cruz y Fierro Editores.
[4] Buela, C.
Julio Meinvielle y las esencias. En Verbo
(1978, agosto), 185. Reproducida en Buela, C. (1993). Padre Julio Meinvielle
(p. 40). San Rafael: Ediciones del Verbo Encarnado.
[5] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (pp. 23-24).
Buenos Aires: Imprenta “Profika”. La cita en cursiva y en negrita responde al
libro citado.
[6] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (pp.
28-29). Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[7] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (p. 30).
Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[8] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (pp.
65-66). Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[9] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (p. 81).
Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[10] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (pp.
82-84). Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[11] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (p. 135).
Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[12]
Meinvielle, J. (1943, octubre 17). En González Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de Meinvielle. Historia de la
Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (pp. 161-165). Buenos Aires:
Imprenta “Profika”.
[13] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (p. 139).
Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[14] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (p. 141).
Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[15] González
Arbas, F. (2001, junio). Los Scouts de
Meinvielle. Historia de la Agrupación Nº 1 Ntra. Sra. de la Salud. (p. 148).
Buenos Aires: Imprenta “Profika”.
[16] Buela,
C. (1976, agosto 2). Conferencia pronunciada en la Capilla de “Ntra. Sra. de la
Merced”. En Verbo (1979, septiembre),
196. Reproducida en Buela, C. (1993). Padre Julio Meinvielle (p. 26). San
Rafael: Ediciones del Verbo Encarnado.
[17] Buela,
C. Meinvielle: A diez años de su paso a la Vida. En Verbo (1983, julio), 234. Reproducida en Buela, C. (1993). Padre
Julio Meinvielle (p. 44). San Rafael: Ediciones del Verbo Encarnado.
Increible!
ResponderBorrarLa Historia de un gran hombre de Dios, de un Santo!
Y no hay que olvidar su profundo sentido patriotico cristiano comofundador y lider del movimiento GRN GUARDIA RESTAURADORA NACIONALISTA.A posteriori algunos miembros de ese movimiento gueron cofundadores de TACUARA que lamentablemente se fue diluyendo por la infiltración fisiológica trotskista
ResponderBorrarTal cual: un Santo.
ResponderBorrarLe pregunté un día a una persona que lo conoció, que cómo era el p. Meinvielle, la cual me dijo: "Mirarlo era como ver un ángel".
También comparto que faltan elementos en la vida del Padre Julio. No hay una biografía completa sobre él. Su tarea en el Nacionalismo Argentino, sin duda, es sobresaliente, solo a la par del p. Castellani, a mi juicio.