Al cumplirse los 25 años de su muerte[1]
Por Sergio F. Tacchella[2]
El Padre Julio
Ramón Meinvielle nació en Buenos Aires el jueves 31 de agosto de 1905, fiesta
de San Ramón Nonato y de allí su segundo nombre. Se doctoró en Filosofía y
Teología en el, por entonces, Seminario Pontificio de Villa Devoto, ordenándose
sacerdote el sábado 20 de diciembre de 1930.
Tras un breve
paso por San Vicente de Paul, en Mataderos, como Vicario Cooperador, fue
nombrado Párroco de Nuestra Señora de la Salud – precaria capilla de Versailles
– tomando posesión el domingo 18 de marzo de 1933, fiesta de San José, una de
las imágenes que decoraban el altar del pequeño y austero oratorio.
Preocupado por
la niñez y la juventud de ese humilde poblado de calles de barro y trencito de
una sola vía – cerca del arroyo Maldonado que pronto sería entubado – fundó en
1934 las ramas de la Acción Católica y las demás instituciones parroquiales,
con especial dedicación a los Vicentinos, y en 1935 la organización Nacional de
los Scouts Católicos Argentinos, que fue reconocida en forma inmediata por el
Episcopado, y en la cual volcó tantísimos de sus afanes sacerdotales.
Con una
herencia recibida de su familia, levantó un Salón de Actos, que serviría
también para que el barrio tuviera su primer cine, y un lugar para las diversas
actividades culturales. Que fue además, el paso previo para concretar otra
iniciativa brillante, la fundación, junto a destacados vecinos, en 1938, del
Ateneo Popular de Versailles, apodado por la revista El Gráfico como el “Club del
Cura”, y por el que ha pasado buena parte de la niñez de la villa y sus
alrededores.
Generoso,
misionero de alma, se preocupaba a la par de su ministerio, de las necesidades
de las familias más humildes, formándolas en la Universidad Popular del Ateneo,
para la cual obtuvo de la familia Navarro Viola la donación de 3.500 volúmenes,
o consiguiéndoles empleos a los más necesitados gracias a sus gestiones con
amistades personales, y donando hasta sus propias pertenencias, si con ellas
podía aliviar a los que sufrían el desamparo y la pobreza.
Detrás de toda
esta inmensa actividad parroquial (1933-1950), y desde 1950 hasta su muerte en
1973 como Capellán de la Santa Casa de Ejercicios, estaba el intelectual de
rígida formación teológica y filosófica, que lo convertiría en una de las
figuras relevantes de la Iglesia Católica, no excluyendo su participación
directa en fuertes polémicas, a las que nunca se rehusó, sin olvidar jamás su
estricta misión sacerdotal.
Educador,
publicista, escritor. Profesor en los Cursos de Cultura Católica, solamente
entre 1933 y 1940, ya había publicado siete libros: “Qué saldrá de la España
que sangra”, “Concepción Católica de la Economía”, “Concepción Católica de la
Política”, “Los tres pueblos Bíblicos”, “El pueblo judío en el misterio de la
historia”, “La Iglesia y el Tercer Reich”, y “Hacia la cristiandad”, a más de
sus colaboraciones para las revistas “Criterio” y “Sol y Luna”.
Fundó dos
semanarios, “Nuestro Tiempo” (1 de junio de 1940) y “Balcón” (1945), y un
quincenario, “Presencia”, cuyo primer número apareció en la fiesta de Navidad
de 1948. Todos bajo su Dirección.
Reflejó su pensamiento
filosófico-teológico en libros como “De Lamennais a Maritain” y “Teilhard de
Chardin o la Religión de la Evolución”. Y sus disputas con el gran teólogo
francés Garrigou-Lagrange, fueron publicadas en 1947 en el libro “Correspondance
avec le R. P. Garrigou-Lagrange à propos de Lamennais et Maritain”, editado por
su imprentero y amigo Taladriz.
A ellos se
sumaron otros libros: “Conceptos fundamentales de la Economía” (1953), “El
poder destructivo de la dialéctica comunista” (1962) y “El comunismo en la
Revolución Anticristiana” (1964), entre los principales.
Pero eso era
principalmente, de Versailles hacia el mundo.
Para nosotros,
los parroquianos del Santuario de Nuestra Señora de la Salud, era “también”
eso, pero mucho, muchísimo más.
Para nosotros
era el promotor de los Scouts Católicos Argentinos, de las ramas de la Acción
Católica, de los Vicentinos, de la Juventud Obrera Católica. Era el Pastor de
la generosidad absoluta, de la sonrisa fácil, del coscorrón de alerta; era el
que gozaba de los campamentos en Córdoba, Mar del Plata o Pontevedra; el que
dejaba a ratos el rezo del Breviario para compartir nuestros juegos. Era el
Fundador y Presidente vitalicio del Ateneo Popular de Versailles; era el orador
que en el barrio se volvía sencillo para los sencillos; era el catequista
sabio, entretenido y paciente, el hombre de oración, piadoso, buen consejero y
entregado a su Ministerio plenamente. Sin dobleces, frontal, inteligente, sano.
De la estirpe
de Melquisedec, Sacerdote del Altísimo.
Nunca nada
mejor y más sencilla definición, la esculpida en la lápida de mármol blanco que
cubre su tumba: “Amó la Verdad”.
Tacchella, Sergio F., Apuntes con clima 2, Ediciones Clima,
Buenos Aires, 2006, 278-281.
[1] En julio
de 1998, al cumplirse los veinticinco años de su muerte, el Párroco de Nuestra
Señora de la Salud, Pbro. José María Casadevall, organizó una Comisión de
Homenaje, y me pidió que escribiera una reseña de la vida del Padre Julio, que
transcribo a continuación.
[2] El texto
entero pertenece a Tacchella, incluso la nota citada anteriormente. [N. del E.]
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