La palabra del Cura
EL PURGATORIO[1]
Es
conveniente que los fieles tengan presente la doctrina de la Iglesia sobre el
Purgatorio y los sufragios en favor de las almas benditas.
¿Qué es el
purgatorio? Es un lugar de purificación donde son purificadas las almas de
aquéllos, que si bien han muerto en gracia de Dios, no han satisfecho toda la
pena que deben a la divina justicia.
Va al
Purgatorio el que muere en gracia de Dios, pero que tiene pecados veniales o
debe la pena temporal de sus pecados mortales.
En el
Purgatorio se padece la privación de la vista de Dios, el tormento del fuego y
otras penas. El mayor dolor de las benditas Ánimas es no poder ver a Dios y
pensar que siendo Él infinitamente bueno, le han ofendido. Las Almas Benditas,
al verse manchadas con el pecado, con gusto se sumergen en aquellas llamas y
aun quisieran fueran más ardientes para purificarse más pronto.
¿Podemos
socorrer a las benditas Ánimas?
Podemos
socorrerlas y aún librarlas del purgatorio, con oraciones, indulgencias,
limosnas y otras buenas obras y, sobre todo, con la Santa Misa.
Se llaman
sufragios las obras buenas que se hacen en favor de las benditas Ánimas del
Purgatorio.
Los
sufragios son solo a manera de súplicas, que la divina justicia acepta en la
medida que cree conveniente.
Por esto un
alma no siempre obtiene infaliblemente todos los efectos de los sufragios
aplicados a ella especialmente.
La Santa
Iglesia aprueba que se repitan los sufragios para un mismo difunto.
Hacen muy
mal los que no se acuerdan de aliviar con sufragios a las almas de los
difuntos.
Boletín de Versailles, Año I, Nº
14, 22 de octubre de 1933, 2.[2]
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